La Rosa de los Vientos
Pemón y el hondo viaje cartográfico
27.01.2008
POR XURXO FERNÁNDEZ
Hoy, a las 20.00 horas, en la Casa de Galicia de Madrid (dirigida por Alfonso S. Palomares), el alcalde de Vigo, Abel Caballero, presentará la novela de Pemón Bouzas Las luces del norte, publicada por Styria.
Imagen especular: un escritor ante otro. Un novelista (y ex-ministro) metido a alcalde; un periodista metido a narrador. Aunque Alejo Carpentier decía que la única diferencia entre los dos oficios era que el novelista trabaja con materia del pasado y el periodista con materia del presente.
Ernest Hemingway, que nunca dejó de ser las dos cosas, solía mezclar los tiempos y las técnicas, al estilo de Gloomy Gus, aquél personaje (en Whatever Happened to Gloomy Gus of the Chicago Bears?) de Robert Coover que aplicaba las tácticas del baseball al amor y las del amor al baseball. Por eso El viejo y el mar o Por quién doblan las campanas son tan grandes, y siguen sirviéndonos de lección a todos nosotros.
Como narrador, Bouzas ha resultado ser uno de los más sobresalientes. Uno considera, y lo ha repetido hasta la saciedad, que El informe Manila, publicado en su día por MR, es la mejor novela histórica de estos últimos quince años.Pero aquí hay más. Mucho más. Pemón, como
Conrad, como Stendhal, como Sterne, se ha dejado impregnar de su experiencia, del millón de imágenes que ha acumulado a lo largo de una vida marcada a fuego por el sentido transcendental del viaje. En un caminar común al del Judío Errante, este Ahasverus moderno loga transmitir el océano de sensaciones que originalmente le imprimieron paisajes y gentes, leyendas y tradición, conformando así un relato que rezuma vida, que estalla de exuberancia, que contagia la tensión de la aventura.Pues Las luces del norte es, entre otras cosas, fundamentalmente eso: la novela de la aventura real de Jacinto Caamaño –curiosamente, antecesor del novelista–, un coetáneo de Malaspina que cartografió la costa noroeste de Estados Unidos y que se adelantó a James Cook en el esfuerzo por descubrir el Paso del Noroeste que habría de unir el Pacífico con el Atlántico. Más: hay un análisis del alma que alcanza una profundidad goethiana, un aire de trhiller con aspectos sanguinarios o una reivindicación del valor de los marinos españoles. Todo envuelto en una línea narrativa que hipnotiza, impidiendo que uno pueda dejar la lectura.
Es decir: que Bouzas vuelve a estar a la cabeza del género.
Pemón y el hondo viaje cartográfico
27.01.2008
POR XURXO FERNÁNDEZ
Hoy, a las 20.00 horas, en la Casa de Galicia de Madrid (dirigida por Alfonso S. Palomares), el alcalde de Vigo, Abel Caballero, presentará la novela de Pemón Bouzas Las luces del norte, publicada por Styria.
Imagen especular: un escritor ante otro. Un novelista (y ex-ministro) metido a alcalde; un periodista metido a narrador. Aunque Alejo Carpentier decía que la única diferencia entre los dos oficios era que el novelista trabaja con materia del pasado y el periodista con materia del presente.
Ernest Hemingway, que nunca dejó de ser las dos cosas, solía mezclar los tiempos y las técnicas, al estilo de Gloomy Gus, aquél personaje (en Whatever Happened to Gloomy Gus of the Chicago Bears?) de Robert Coover que aplicaba las tácticas del baseball al amor y las del amor al baseball. Por eso El viejo y el mar o Por quién doblan las campanas son tan grandes, y siguen sirviéndonos de lección a todos nosotros.
Como narrador, Bouzas ha resultado ser uno de los más sobresalientes. Uno considera, y lo ha repetido hasta la saciedad, que El informe Manila, publicado en su día por MR, es la mejor novela histórica de estos últimos quince años.Pero aquí hay más. Mucho más. Pemón, como
Conrad, como Stendhal, como Sterne, se ha dejado impregnar de su experiencia, del millón de imágenes que ha acumulado a lo largo de una vida marcada a fuego por el sentido transcendental del viaje. En un caminar común al del Judío Errante, este Ahasverus moderno loga transmitir el océano de sensaciones que originalmente le imprimieron paisajes y gentes, leyendas y tradición, conformando así un relato que rezuma vida, que estalla de exuberancia, que contagia la tensión de la aventura.Pues Las luces del norte es, entre otras cosas, fundamentalmente eso: la novela de la aventura real de Jacinto Caamaño –curiosamente, antecesor del novelista–, un coetáneo de Malaspina que cartografió la costa noroeste de Estados Unidos y que se adelantó a James Cook en el esfuerzo por descubrir el Paso del Noroeste que habría de unir el Pacífico con el Atlántico. Más: hay un análisis del alma que alcanza una profundidad goethiana, un aire de trhiller con aspectos sanguinarios o una reivindicación del valor de los marinos españoles. Todo envuelto en una línea narrativa que hipnotiza, impidiendo que uno pueda dejar la lectura.
Es decir: que Bouzas vuelve a estar a la cabeza del género.
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